Mi Padre

Eduardo Mena

Un gran amante del arte, por un tiempo amó a Picasso más que a nadie. Es una historia de amor y obsesión que, sin quererlo, quizás, comenzó a hacer lo que con el tiempo se convertiría en uno de los más grandes homenajes que alguna vez se hayan hecho al pintor.

El propio pintor Roberto Matta, al conocer estas obras, quedó muy sorprendido y dijo que un acto de tal generosidad y libertad solo podía venir de América del Sur, donde un artista se entregara por completo a crear la obra de otro artista y no la suya propia.

Esta historia comenzó hace varios años, con mi padre robándole tiempo a su fábrica de bellas y hermosas puertas talladas en madera. Poco a poco fue derivando a algunos maestros de las puertas a esculpir cubismo, sin entender lo que hacían. Ellos mismos lograron comprender al pintor al ir apareciendo estos bajos y altorrelieves mientras tallaban la madera, supervisados por escultores y pintores (donde me incluyo). Durante varios años fuimos creando o recreando estas obras, en las que mi padre nos dirigía, ya que había leído todo lo que existía sobre Picasso, y se sumergió de cabeza en su vida y obra, lo que terminó sumergiéndonos a todos en la vida y obra de Picasso.

Esta historia comenzó hace varios años, con mi padre robándole tiempo a su fábrica de bellas y hermosas puertas talladas en madera. Poco a poco fue derivando a algunos maestros de las puertas a esculpir cubismo, sin entender lo que hacían. Ellos mismos lograron comprender al pintor al ir apareciendo estos bajos y altorrelieves mientras tallaban la madera, supervisados por escultores y pintores (donde me incluyo). Durante varios años fuimos creando o recreando estas obras, en las que mi padre nos dirigía, ya que había leído todo lo que existía sobre Picasso, y se sumergió de cabeza en su vida y obra, lo que terminó sumergiéndonos a todos en la vida y obra de Picasso.